jueves, 5 de noviembre de 2009

Goyo


Habla Goyo con desden de las cosas de la vida, habla desde su celda oscura y mal construida, habla Goyo sin pensar en guardias ni policías, habla mucho y sin parar en su celda envejecida.

Cuenta Goyo los pesares de sus calles tan queridas, cuenta como sus amigos le destruyeron la vida, cuenta que con el tiempo lo abandono la familia y ya no cuenta con nadie en su celda envejecida.

Reza Goyo por el mal que lo acecha noche y día, reza por los errores que ha cometido en su vida, reza y sigue rezando por su esposa y por sus hijas, reza para seguir vivo en su celda envejecida.

Lucha Goyo con tesón por un poco de comida, lucha por un colchón por almohada o por cobija, luego a seguir luchando para ver la luz del día, durmiendo en cualquier rincón de su celda envejecida.

Ríe Goyo cuando llega la hora de la visita, ríe aunque no este nadie de su sagrada familia, ríe cuando recuerda los amores y alegrías, ríe al mirar los niños en su celda envejecida.

Sufre Goyo en una zanja tras una brutal golpiza, sufre mucho y todos creen que es solo un cuerpo sin vida, sufre por las puñaladas y un poco por la caída, esta vez sufre muy lejos de su celda envejecida.

Teme Goyo por su suerte sanando en enfermería, teme y ya no desea que se cierren las heridas, teme y es muy consciente de que peligra su vida, porque lo espera la muerte en su celda envejecida.

Aguarda Goyo en las sombras la fatal arremetida, aguarda ser castigado por meterse en una riña, aguarda muy pensativo pero de repente grita: "Ninguno me va a joder en mi celda envejecida".

Canta Goyo a Maelo, la canción: las caras lindas, canta pa que no duela su inusitada partida. Canta acallando el llanto mientras se quita la vida y se muere desangrado en su celda envejecida.

lunes, 15 de junio de 2009

Planta nefanda.




Blin, blin, blin, ¡Coño!

El ruido pertinaz sobre la lámina de zinc me saca de mi sueño, truenos, violentos y repetidos acusan tormenta, no sopla el viento entre los huecos del friso de mis paredes viejas y raídas, en las que el bloque rojo sale debajo de la piel de cal, músculos estriados de un animal famélico; las filtraciones negras discurren como el rimel de una mujer llevado por un torrente de llanto, los cables de electricidad cuelgan, tiesos y desordenados cual tendones arrancados del hueso, y el rechinar de mi cama al levantarme es el gemido de mi humilde rancho que se tambalea ante el mas mínimo asomo de lluvia.

Es de día, los haces de luz entran en todas direcciones y apenas puedo abrir los ojos todavía adormilados.

Soñaba, soñaba como nadie en esta tierra lo había hecho, miraba los campos floridos y saltaba por las correrías de piedra del parque Los Chorros, una de esas tantas tardes que mi papa me llevaba a pasear y a bañarme con otros carajitos en aguas turbias y grisáceas. No existía para mí la planta nefanda. Veía de lejos la Brasilia roja de Goyo, estacionada en la plaza las palomas de macuto, y a mi vieja gritándome vainas desde un banquito “¡Wilmer, bájate de ahí muchacho e`l carajo!” “¡Alexis deja de tirarle piedras a los pájaros!”. De haber sabido que nos dejaría tan pronto, nunca le hubiese dicho que dejara la ladilla.

Ya mis ojos están bien abiertos, me quedo absorto y pensativo siguiendo la tenaz faena de un batallón de hormigas llevando pared arriba una pata de cucaracha.

Afuera oigo los gritos de Zoraida, maldice y se desespera, ha de estar cayéndose el techo de su casa, todos los vecinos le acompañan en su lamento, un orfeón ininteligible de voces fumadoras y aguardentosas que claman al cielo por la mala fortuna, quisiera saber por que gritan, aun estoy dormido.

Vuelvo a mi vieja, coño, es que de tanto pensar en ella se me enfría el guarapo, en mi alma se grabo aquella noche cuando escuche, mientras leía, a aquel heraldo del infierno que toco a mi puerta para decirme ¡Wilmer baja pa` donde Pantoja que a tu mama le dio una vaina!, estaba chamito en aquel entonces, tendría yo doce años y Alexis unos once. Enfunde mis Pepe, calce mis Nike y salí como una exhalación, para encontrarme con la noticia de que la vieja Ramona Mendoza había pelao bola en medio de un juego de baraja en casa de su amigo Olegario Pantoja. Mi hermano no supo nada sino una semana después, siempre atado por las enredaderas de la planta nefanda.

Entra mas luz por las paredes y ni una gota de agua, quizás, aun para el agua, es mi casa indigna morada, el rancho ruge como aferrándose al cerro, pareciera que él mas que yo quiere abrazarse a la vida, sigo etéreo y blandito, los ojos me arden, la cabeza me estalla y el hambre me aguijonea el espinazo inmisericórdemente, mis dedos se multiplican frente a mis ojos como un abanico con uñas, estoy desvariando, me estoy perdiendo



Ahora veo a mi hermano Alexis, dos años atrás, ya era yo un adulto de treinta y bregaba con tesón acá en mi olimpo de bloque y latón, podía uno pararse en cualquier esquina y ver muchos Hermes sobre dos ruedas, tantas Afroditas a muy buen precio, o gratis también, Artemisas con seis muchachos y cuantos Dionisios sin vino, pero con plantíos interminables de planta nefanda. Sigo mirando a Alexis, el vidrio de la urna le da un matiz lúgubre a sus facciones, la llama de sus ojos se extinguió tras sus parpados negros como la noche. Nica gritaba junto a mi ¡Quedó igualito! ¡Quedó igualito!, muchacha pendeja, ¿Qué esperabas? Si los tiros que recibió fueron todos en el pecho, al mirarla entiendo que su dolor es mucho y que la carga de tres hijos alimenta como el sol el árbol de la miseria.

Fue la noche anterior, lo recuerdo bien, estábamos bebiendo donde Nelson Taguara, me contaba de su ultima movida, medroso y asustadizo relataba su incursión en los jardines alucinantes de la planta nefanda, de cómo nublo la mente de los guardianes y huyo con el maravilloso botín herbario hacia la gloria, ¡que terrible destino de aquel que ha de conquistar victoria inmerecida! ¡Maldita la hora en que de las entrañas de la tierra emergió aquel brote diabólico! ¡Imbécil mi hermano al pensar que huiría impunemente sin pagar consecuencias! Pero peor aun aquel que creyó que mataría a mi hermano sin esperar peor destino.

Los truenos me sacan de mis cavilaciones, tan seguidos y tan fuertes, casi puedo sentirlos entrar, mi rancho se esta cayendo y yo con el, el cemento salta de las paredes con cada crujido, estas se abalanzan sobre mi, mi rancho respira difícilmente su ultimo aliento.

Planta nefanda, planta nefanda, sellaste mi destino y el del infeliz que ahora se ahoga frente a mi, respirando su propia sangre a través del cuello abierto, que divina sensación la de aquel que realinea el cosmos, que febril emoción, cuanto poder en una botella rota, cuanta ira en sus ojos moribundos, cuan desprevenido estaba cuando lo hallé, me siento frente a el mientras balbucea algunos conatos de gemido, le digo en baja voz: “Alexis, ¿te acuerdas de Alexis mi rey? Sus ojos son cual soles incandescentes, centellean exorbitados de furia, se retuerce u instante y luego, nada.

El rancho ya son solo retazos colgantes, se balancea y amenaza con tragarme en su brutal implosión, recobro mis fuerzas y me abalanzo a la puerta, salgo al callejón atropelladamente y el radiante sol me enceguece, cierro los ojos y las gotas de lluvia golpean mi rostro con tal violencia que duele, y mucho, tanto que atraviesan mis brazos, mi pecho y mis piernas. Abro los ojos al fin, y contemplo con terror como sobre mi techo y mis despojos cae un manto de broncíneos casquillos de bala, expelidos por las potentes armas de ocho figuras furtivas que disparan una y otra vez, si cesar, violenta y repetidamente contra mi casa. El frío metal entra y sale de mi cuerpo tanto y en tantas direcciones que, al igual que mi rancho soy solo un montón de retazos colgantes. Al fin logro entender lo que gritan Zoraida y los vecinos, ¡hay Dios mío están tiroteando la casa de Wilmer!.

¡Planta nefanda! ¡Planta nefanda! Que ironía ¿Quién podía haber sabido que aquel guardián de tu plantío, tenia ocho hermanos.

sábado, 13 de junio de 2009

Feroces Feladores


Figuras fútiles que franquean el firmamento,
fabrican falacias y faros funestos que son
frontales pero ficticios,
fuertes pero fallidos

Fugaces fantasías que falsean su faz por las de
fieras que flagelan con fuerza y así
fenestran fastuosamente al felón alimentando las
fauces felinas que finiquitan felizmente el festín

Fétida fragancia del fraudulento fénix que es
flamígero fantasma fulgurante que flota
furtivo y fatal flameando el follaje
fornicando febrilmente con el fetiche

Fabula falsaria de frágil fumosidad en la
fanfarria de fagot con falsete, fascinando el
fanatismo del feliz feligrés por el
famélico faraón de felpa

Fogoneando el fragor de la forja se van
fraguando así los fragmentos De la
fortaleza fosforescente que es
frecuentemente fracturada

Facinerosos que flirtean con la falda femenina y
fantasean con la fechoría de
fustigar con su fogosidad la
fuente fabulosa de frutas frescas


Formidable formula de lo fortuito que hace
fallecer a los filósofos formales y asi
flexionarse frente a lo fingido y
festejando la falsedad de lo fácil

Fardo de fuego que flamea y flamea en el
frenesí de la furia y la fogata de la
fatuidad, fallando y fingiendo el
fuelle y la fibra, la fe

Felices en los fríos féretros ya sin
fulgor ni frescura, sin falanges ni
fachada, ya falibles, fragiles
finados en los faroles
feroces feladores

(Ver tambien www.intentoliteral.blogspot.com)

viernes, 5 de junio de 2009

¿Como pueden volar las mariposas?


I

Si el frio golpea salvajemente
a pleno sol
Si la lluvia de metal arrecia
y no moja

II

Si el capullo es de cabilla y concreto
y no se rompe
Si el gusano siempre se sentirá gusano
aunque no quiera

III

Si las nubes son águilas que cazan
y hay miedo
Si la vida se desgarra en pedazos
camino a la avenida

IV

Si la probóscide es catador de fármacos
y sangra
Si las alas son de papel mache
y se queman

V

Si soy yo y somos todos
orugas
Si tu miras indolente
me pregunto

¿Como pueden volar las mariposas?

Ella, tu, nosotros







I

Te arrancaron de mi un día
sin aviso y sin protesto
te han sacado de mi vida
y ahora soy un hombre nuevo.




II
En mis venas ya no hay sangre
solo ardorosas penumbras
el amor en mi no existe
es solo voz de ultratumba.
III

Tengo tu vida en mis manos
tan solo te exijo un grito
tengo el poder en mis manos
de calibre veinticinco.
IV


Ella se fue y aquí estas
rogándome por tu vida
¿crees que podre dejar
impune tu fechoría?.
V

Una se fue y otro llega
ella se fue por su causa
el la mato en la bodega
y yo a el frente a su casa.

jueves, 4 de junio de 2009

Desideratum de lo estúpido


…Y dicen que con cada soplo se inflaban más y mas, con cada aliento fétido se acrecentaban en tamaño y necedad, en cada bocanada expelida se ensanchaba su estupidez, cada exhalación, cada bufo y torpe resoplido magnificaba el aspecto de aquello, ya amorfo y fatuo, tanto, que resultaba grotesco observar; solo mirar reverberaba el estomago, solo pensar se volvía una pesada y ardua tarea, e intentar, tan siquiera de reojo, contemplar aquel espectáculo era toda una odisea. Quien mas que el aire caliente debe apenarse de llenar tan burdamente la vacuidad de sus cabezas que se ufanan y se regodean en el pensamiento de su propia egolatría, escatológica marea de palabras que buscan, entre otras cosas, justificar su existencia a través de razonamientos con intelectualidad de cuarto de libra con queso, creencias de masa, sabiduría del Discovery Chanel y análisis preempaquetados en envases de cartón y yeso, duros al tacto pero tan frágiles como sus convicciones y tan falsos como su conciencia. Nada los inmuta, van y vienen trashumantes entre el bien y el mal con una facilidad pasmosa, ni son ni dejan de ser, ni creen ni dejan de creer, poco saben, pero ¡cuanto creen en lo poco que saben!, una madeja de ideas sin sentido que se arremolina en las vitrinas de algún centro comercial y se estrella contra los precios de aquello que desean, inalcanzable, inconcebible; tenerlo, una quimera, no tenerlo, un pecado.

Espectros de quienes alguna vez fueron humanos pero hoy son despojos arrojados desde la cueva del gran depredador, no crean, ser específico sobre la naturaleza de este ser no resulta tarea fácil, no es simplemente asumir posición y acusar a quien no piense como yo lo que devendría en descubrir la culpabilidad de estos nefastos sucesos. No es sencillamente tomar actitudes maniqueas para aludir al contrario y así alzarse como amo y señor de la verdad, pues, ¿Quién no ha sido presa de este monstruo en algún momento de su existencia? ¿O es que todos somos seres racionales de pensar progresista con serias intenciones de cambiar al mundo? Todos somos tocados por la fatuidad en mayor o menor grado, a tal punto que se ha vuelto una necesidad hacernos cada vez menos concientes del mundo que nos rodea, estamos ávidos de vacío, por el stress o la presión de nuestro diario devenir deseamos llegar a casa volando por encima de las cabezas de nuestro prójimo sin ser salpicados en modo alguno por el fantasma perverso de la realidad, pues, total, ¿Cuál puede ser mi aporte ante los pesares del planeta? Se venden y se compran conciencias, mueren y nacen millones al día, nuestro mundo fallece y se exploran nuevas posibilidades, el dilema de la tecnología deja a millones sin empleo pero aun así que bien se siente poder chatear con mi amigo de Gabón y conversar sobre las nuevas tendencias en Milán mientras nos agredimos mutuamente en una sesión de Mortal Kombat en red; morimos y nacemos en cada sueño, cada día aspiramos ser alguien mas y cada noche definimos quien es ese alguien, ya entre todo este maremagno de ideas desenfrenadas que entran en nuestra mente solo se nos ocurre pensar en el color de corbata que hace juego con la camisa o lo tarde que llegaremos al trabajo, mientras que en las noticias un grupo de madres y sus hijos son masacradas por “aliados” quienes los clasifican como “daño colateral” y nosotros miramos como si fuera parte de un libreto de una película macabra, nos inmutamos y asumimos que es normal que la gente muera, “la guerra es una puerta a la paz”, “no es alguien que yo conozca”, “eso esta muy lejos” y las argumentaciones siguen y siguen solo para hacer mas cómoda nuestra comprensión de esas muertes que son a nuestra vista una suerte de agenda diaria que debe ser cumplida .

Nada esta vivo en los ojos de quien mira y la muerte se sienta a descansar luego de la ardua faena, y nos sentamos junto a ella indolentes, exánimes, jadeantes de pura necedad, nos mira, nos habla, hasta nos sonríe y nosotros cual monigote de ventrílocuo respondemos mostrando torpemente los dientes, entablamos diálogos con la muerte a diario sin mas empacho ni cortapisa que nuestro propio ego, creyéndonos inalcanzables, intocables por la hoz terrible del enterrador
No se crean, no es petulancia pero ¡hay que ver para quedarse ciego!, no estoy divagando, por Dios que no, pero hay que babearse un poco y salirse de perspectiva para poder entrar en materia, vayamos por partes, seamos organizados y preparémonos para esta alegoría de mi visión del mundo en cuatro actos que he tenido a bien llamar: “Manifiesto absurdo de un tonto que dice lo que piensa (pero como no es mucho lo que piensa tampoco es mucho lo que dice)”.